El pasado
sábado 5 de noviembre, en la Casa de la Cultura, se hizo entrega al árbitro
internacional de futbol, Jesús Gil Manzano, del Escudo de Oro de la Ciudad en
un acto sencillo y emotivo.
No quería
dejar pasar la ocasión sin dedicar aquí unas palabras a Jesús. Le llamo nuestro
arbitro, porque todos los dombenitenses presumimos de él y el pasea por los
estadios de fútbol con orgullo el nombre de nuestra ciudad.
Todos
conocemos de sobra sus logros deportivos. Como anécdota para los más
futboleros, Jesús fue el último colegiado de un partido en el “viejo” San Mamés
y el primero en arbitrar un partido en el “nuevo” San Mamés.
Recuerdo a
Jesús, con sus padres, Carlos (q.e.p.d) y Dami, cuando era alumno del Colegio
Nuestra Señora del Pilar, y yo era el Presidente de la Asociación de Padres y
Madres de Alumnos del Colegio. Además, los dos fuimos miembros de la Comparsa
Carnavalera “Los Calabaceiros” a
principios de los noventa cuando el Carnaval dombenitense tenía gran
repercusión.
El deporte
es una escuela de vida. Los niños y niñas que se acercan a la práctica
deportiva, con el espíritu que la caracteriza, aprenden valores como el
compañerismo, el esfuerzo, la sana competición o el respeto al rival. Gil
Manzano, como es conocido en su profesión, aprendió esos valores en el futbol o
el atletismo, donde me consta que también ganaba carreras. Así, quiero destacar
sus valores personales, su sencillez, su humildad, o su disposición a ayudar.
No le ha cambiado nada ser arbitro internacional y eso es un gran merito.
Afortunadamente, seguimos disfrutando de él, por ejemplo cuando le vemos
corriendo por nuestras calles y siempre tiene humor para dedicarnos una
sonrisa, sin parar de correr.
Le pido a
Jesús que no cambie, que sigue paseando el nombre de nuestra ciudad por los
grandes estadios, con su bonhomía y sonrisa. Sus paisanos le deseamos lo mejor
y nos sentimos participes de tus éxitos.
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